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Divertido, algo culto, familiero, siempre dispuesto a hacer reír a la gente. ¡Ah, y manya a muerte!!!

martes, diciembre 21, 2010

¡SOCORROOO!!!

¿NO SE LES (NOS) ESTARÁ YENDO LA MANO?

     Sí, yo entiendo, Tschaikowsky, Saint-Säens, Wilde, García Lorca, Capote, Sting, Rock Hudson y vaya a saber cuántos más, eran… pero que quieren, a mí me sigue costando.
     Estoy seguro que es un problema vinculado a mi niñez. A ver si me puedo explicar.
     No sé si lo saben, pero lo mío es el humor. Considero que hacer algo que logre arrancar una simple sonrisa o una franca carcajada de un ser humano es una obra tan divina como pintar la Mona Lisa, componer el Lago de los Cisnes, o hacer un gol amagando cabecear, dejarla pasar y cuando va cayendo, meterla de taco.
     Por eso soy devoto de Les Luthiers, de Juceca y de Marciano Durán, así como lo fui de los hermanos Marx, el Gordo y el Flaco, Chaplin, Buster Keaton, Giovanni Guareschi, Camilo José Cela y otros monstruos por el estilo. Y de niño, con sólo la radiofonía - exclusivamente AM - a mi alcance como entretenimiento, de Pinocho y su libretista Wimpy. Recuerdo aún los miércoles de noche, creo que a las nueve en la Carve, en que era toda una religión en el hogar ponerse a escuchar los mil personajes sucesivos o simultáneos que era capaz de recrear Marecco antes de transformarse en argentino.
     Con los años, ya liceal, cayó en mis manos “El gusano loco”, una imperdible colección de pincelazos sobre el ser humano común y corriente – “el tipo” –, escrita por Arthur N. García, alias Wimpy. Debe ser difícil de conseguir ahora, pero se los recomiendo.
     ¿Vieron esa frasecita que aparece en muchos libros al principio, en el medio y a la derecha de una página totalmente en blanco, y que trata en general de compendiar lo que va a seguir? Sí, ya sé, tiene un nombre - que no es prefacio, ni acápite, ni introito – pero no me acuerdo cuál y no tengo ganas de meterme en la web a ver si lo encuentro. Así que prosigamos, porque nos va a agarrar Navidad sin redondear el concepto.
     Bueno, en “El gusano loco” la tal frasecita era “Homo sum, nihil humani a me alienum puto”, que de entrada me llamó un poco la atención, pero al estar escrita en extranjero, la dejé ahí. Otro envejecimiento parcial me llevó a enterarme, ya con algún conocimiento adquirido de francés e inglés, que el autor de la misma fue un tal Terencio, comediógrafo romano que vivió unos años A.C. (con lo cual se perdió un argumento genial para una comedia de novela). Y que la frasecita en cuestión quería decir “soy hombre, y nada de lo humano me es ajeno”.
     Ahora bien. Sin saber un pomo de latín, cualquiera se da cuenta que homo es hombre, sum soy, nihil nada, humani humano, a me a mi, alienum ajeno… ¿Y puto?
     ¿Qué carajo hace el puto ahí? Porque no me van a decir que sin el puto le cambia el significado a la frase!            Luego de prolongados análisis, llegué a la siguiente conclusión.
     Terencio, o sus traductores o transcriptores, se comió (mieron) una coma entre el alienum y el puto. O sea, Terencio manifestaba su filosofía y modo de pensar a su interlocutor, tratándolo de puto. Cosa que no estaba mal, eso era moneda corriente en la época y no hay que tomarlo como un insulto. Pero eso sí, un puto no se da en la naturaleza en forma aislada, como por ejemplo un árbol, una butifarra o un áscaris lumbricoides, que no necesitan otro igual para ser lo que son. El puto, así como el tornillo no es tal sin la tuerca, o el peldaño no lo es sin la escalera, o el marido sin la bruja de la mujer, necesita imprescindiblemente de otro puto para cumplir con su condición de tal, incluso para saber si realmente es puto.
     Y no me digan que no es altamente sospechoso que este puto tuviera tanta confianza con Terencio, al punto que éste le confiara sus intimidades.
     Ergo, Terencio también era puto. Y por lo tanto, mentía, no era tan homo sum como decía.
     Pero claro, todas estas elucubraciones e ilaciones tan lógicas, sesudas y aparentemente sólidas de mi adolescencia sucumbieron hace poco por culpa de mi sobrina Agripina. Resulta que Agripina me llamó un día para contarme que estaba haciendo un curso de profesorado de Idioma Español, y que entre las materias curriculares estaba aprendiendo latín. De inmediato le pregunté si no se lo habrían puesto sólo a ella, por culpa del nombre, porque a quién se le podía ocurrir enseñar latín en pleno siglo 21, si hasta las misas ahora las dan en cumbia villera.
     Pero parece que no, era un castigo colectivo.
     Y bueno, entonces le planteé mis dudas acerca de los putos latinos, si me podía averiguar qué había pasado con Terencio y su amiguito. Y la requisitoria de Agripina me enteró de que puto es un giro del latín que viene a querer decir algo así como “siento que”, o “creo que”, o “estoy casi seguro que”. Como que el que habla no lo hace en forma pragmática sino dejando lugar a la discrepancia, o por lo menos, a la tela de juicio.
     O sea que mi teoría, como tantas otras basadas en argumentos sólidos e irrefutables, se fue al carajo. El puto era un giro verbal y no un adjetivo sexual.
     Capaz que no me pudieron seguir y se perdieron puto, pero lo que yo quería dejar sentado es que ya desde mis primeros años de vida, más bien desde que agarré “El gusano loco” y lo empecé a leer… tengo problema con los putos.
     Estoy de acuerdo con la OMS en que no es una enfermedad. Tampoco un defecto o minusvalía, como por ejemplo una renguera. Porque el rengo - o cojo - lo que tiene es que camina diferente, y los putos lo que hacen diferente es… bueno, otra cosa.
     Si uno se atiene a los argumentos que ellos esgrimen en su defensa, no deben ser discriminados por tener simplemente una sexualidad especial, diferente de la heterosexual, digamos desorientada. Lo cual nos va a obligar a ponernos a considerar que deberemos aceptar a los pedófilos, zoófilos, necrófilos, gerontófilos, y a poco que escarbemos algo, a siderófilos, churrascófilos y maderófilos, sin ir más lejos. 

¿No se les (nos) estará yendo la mano?

     Y tengo más razones de peso para que me cueste tanto abandonar mi homofobia. Como fanático del humor, por ejemplo, debo elevar mi más enérgica protesta contra la normalización, cotidianeidad y naturalidad de la putez, porque nos estaría privando de un motivo precioso para la concreción de situaciones risibles. Resulta que ahora no se pueden hacer chistes de negros porque sos racista, ni de gallegos o judíos porque sos xenófobo (que no duele, pero queda feo), ni de humor negro porque sos cínico, ¡y ahora tampoco de putos porque sos homofóbico!! ¿Se dan cuenta que por culpa de los putos están poniendo en peligro de extinción nada menos que a los humoristas?!!

¿No se les (nos) estará yendo la mano?
     ¡Volvé, por favor, Roberto Barry!!
     En fin, voy a fundar en el féisbu el grupo “¡Quiero dejar de ser homofóbico y no puedo!!”. Si me siguen unos cuantos capaz que podemos fundar los HHAA, que buena falta les haría a muchos concurrir.
     ¡Ay, el timbre!! ¡Debe ser el Gonchi y yo todavía sin bañarme por escribir estas pavadas!!

                                                                    COMENTARIOS
varias cosas:
-me rio como loca frente a la pantallita, menos mal que nadie me ve
-ahora entiendo el origen de una frase que decía mi abuela y me divierte mucho usar cuando alguien decide hacer algo: “fulanito reputó procedente hacer tal cosa” . No me digas que no es buenísima.
-lo de tu homofobia es una desilusión! no lo esperaba de ti :(
NO PARES DE ESCRIBIR, TE LO RUEGO!!!
un beso
“Agripina”
anacristinarama@gmail.com
186.49.151.112
Me he divertido desde el principio hasta el final, y sigo tentada.
El textito que se pone al principio, que es cita de otro autor, se llama “epígrafe”. Muy recomendables los de “Rayuela” de Cortázar.
Viste que en determinadas profesiones es más común encontrar homosexuales que en otras: por ejemplo en el rubro enfermería… bueno, te diré que ¡en docencia está lleno!
En el trato corto me resultan simpáticos (observa que digo “simpáticos” y no “simpáticas”), debe ser esa parte femenina metida en un envase masculino que los hace encantadores… si el trato es más largo, ahí te pueden agotar con sus persecuciones, histeriquismos y obsesiones. Ahora con mujeres homosexuales no he tenido mucho trato, generalmente son más imperceptibles. Este año tuve una profe que además se travestía, luce como un muchachito vestido a la antigua. La primera clase que tuvimos me miraba mucho, yo pensé que era por mis buenas intervenciones, pero mis compañeras dudaron (de mis intervenciones y de la intención de su mirada) y me estuvieron cargando un buen rato con que ya tenía el examen salvado… ¡pqlp! ¡Qué inhibición me generó! Luego hubo un encuentro al que asistió mucha gente (ella inclusive) y disimuladamente me escondía entre la gente para que no me viera y viniera a saludarme.
“-¡Hola! Me llamo Agripina y solo me gustan los hombres!”
PD: solo va sin tilde gracias a un nuevo cambio que propuso la RAE y que nos complica con nuevas reglas orto-gráficas.

Me encantó tu comentario, Crisagri, no sólo por haberte hecho reír (que es la idea del blog), sino por todo lo que decís (perdón, dices tú, os lo agradeceré toda mi vida), cómo lo decís y porque resulta estimulante para seguir con estas pavadas que se me ocurren y me sirven para tener los sesos funcionando y corriendo a patadas al alemán que estoy seguro que anda rondando cerca para entrar. Un millón de gracias y un millón de besos.
PD: perdón por el cambio de nombre, pero era la base para el latín como castigo individual o colectivo.
MARI TU NIETA
marirra1@hotmail.com
190.135.57.233
Genial. Como alguna vez dijeron tus ídolos, creo que ha estado usted reflexionando afuera del tarro…jajaja.
Gracias por entrar, Maria, por algo sos una de mis tres nietas favoritas.
No sé si adentro o afuera del tarro, es todo joda, la idea es hacer reír a alguien y creo que va saliendo. Besotes.

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