HMMM… ES TODO MUY DISCUTIBLE, CHE
Lo que no se puede discutir
es que el tema se ha impuesto, es importante y ha despertado las más diversas
reacciones e interpretaciones.
En efecto, la diversidad
sexual es un tema preocupante a nivel mundial, que incluye a todas las
nacionalidades y capas sociales, y que ha sido abordado y considerado de muy variadas
maneras. Vamos a intentar estudiarlo desde el punto de vista más objetivo posible,
a ver dónde llegamos. O hasta dónde podemos llegar.
Una de las cosas que se le
ha achacado a esta conducta es de que se trata de una enfermedad.
Indudablemente, este concepto es una reacción de odio-miedo, o a la inversa, ya
que no se puede considerar una enfermedad a algo que no tiene síntomas, ni
evolución desfavorable, ni conduce a la muerte si no se combate. Cualquier
individuo que posee una orientación sexual diversa puede vivir una vida
totalmente normal, sin que de ella deriven situaciones que afecten su salud. Obviamente,
no se debe incluir acá el problema de
las enfermedades de transmisión sexual (E.T.S.), que son tan riesgosas como
frecuentes tanto en los homosexuales como en los heterosexuales.
Tampoco es una anomalía, tal
como una sordera, cojera, enanismo o tartamudez, dado que cualquier anomalía
provoca una condición de minusvalía al que la padece, y no es el caso de la
diversidad sexual cuya práctica no afecta ninguna función orgánica.
La homosexualidad, ¿es una
conducta normal o anormal? Bueno, acá empezamos con los grandes problemas
interpretativos. Primero y antes que nada, ¿cuál es el criterio de normalidad?
¿De qué cosas se puede decir que son normales y de cuáles no? Una opinión
corriente y común es que algo normal es lo que ocurre con mayor frecuencia
dentro de un hecho en estudio. Por ejemplo, que los objetos caigan para abajo,
lo que, con ese criterio, haría que los aviones y los globos con helio fueran
anormales (lo cual no es cierto porque hay una explicación científica de por qué
no caen, sino que se elevan); y las
caries dentarias serían normales, porque las personas que las sufren son
mayoría frente a los que tienen su dentadura sana. Por lo tanto, que los
heterosexuales sean mayoría – por ahora –, no significa que los que no lo son
sean anormales.
Según el DRAE, una cosa normal "es la que se encuentra en estado natural", o bien "la que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano".
Ah, bueno, a pesar de la vaguedad de
estos conceptos, por acá podemos empezar a meter el diente.
Para saber si la homo o bisexualidad se
encuentra en estado natural, nada mejor que averiguar qué pasa con las otras
especies animales, que están libres de preconceptos filosóficos y/o religiosos
y hacen lo que se les antoja. Y la verdad es que las investigaciones han
comprobado que ambas conductas están presentes en numerosas especies, desde las
superiores más próximas al hombre hasta insectos como las libélulas. Y en
algunas incluso con predominio sobre la heterosexualidad. Entre los bonobos,
una especie de monos con gran desarrollo social, el sexo es una práctica
constante y frecuente, sin limitaciones de edad ni género. Existe un caso emblemático de dos pingüinos
machos (Stan y Olli) que fueron llevados a un zoológico de Berlín para
contribuir a la reproducción, cosa que no sólo no hicieron sino que además se
sacaban las ganas entre ellos. Por lo que se convirtieron al toque en el
símbolo de los movimientos LBGT en Europa.
Stan
y Olli, o al revés
Algo
remarcable es que recién en los últimos años del siglo pasado los
investigadores – todos pertenecientes a la especie animal superior, o sea
nosotros – dejaron de considerar a estas actitudes sexuales como una anomalía y
se convencieron de que eran algo natural en los bichos.
Sigamos. ¿Se ajusta la
homosexualidad a ciertas normas fijadas de antemano? Acá hay que tener mucho
cuidado de dónde se pisa. ¿Hay un determinismo biológico para la actividad
sexual? ¿Algo o alguien estableció previamente vamos a darle esta herramienta a
los animales para que hagan tal cosa o tal otra?
Y aquí entran a pesar los
temas filosófico-religiosos. Si sos evolucionista darwiniano, vas a opinar que
en todas las etapas del desarrollo a través de las distintas especies, el sexo
estuvo presente siempre como factor determinante para el mantenimiento de las
mismas; o sea que la naturaleza le confirió al sexo una ubicación preponderante
para la conservación de la vida, dotándolo de una notable sensación de placer
para asegurarse de que nadie lo dejara de usar.
Y si sos creacionista
religioso, pensarás que exactamente la misma fue la voluntad del Supremo
Hacedor, y que de ahí surge el dimorfismo sexual para que el macho pueda
penetrar a la hembra y depositar en ella la simiente que conduzca a la creación
de un nuevo ser.
Tanto de una como de la otra
interpretación surge que la norma fijada de antemano sería la reproducción,
pero no dice que sea exclusivamente para ello. En efecto, no olvidemos que debe
ajustarse “por su naturaleza, forma y magnitud”, y estos factores van incluidos
en el placer de las relaciones sexuales, que tiene lugar tanto en la homo como
en la heterosexualidad. Además, en el terreno religioso, la Iglesia Católica no
admite los métodos anticonceptivos, excepto el método natural de Ogino-Knaus. O
sea, admite la actividad sexual fuera de la reproducción.
Hasta aquí, entonces,
descartamos enfermedad, anomalía o anormalidad. ¿Qué más podemos argumentar en
contra de la diversidad sexual? Es muy difícil encontrar argumentos puramente
objetivos, que no respondan a principios éticos, religiosos, conservadores y
reaccionarios puramente individuales y al gusto de cada quién.
Creo que el error que genera
las polémicas, las discusiones y hasta los actos aberrantes que se producen
acerca de este tema, se deben a la impaciencia de los movimientos LBGT, a sus
exageradas y agresivas manifestaciones en pro de ser aceptados – como
indudablemente deben serlo y ocurrirá –, sin dar el tiempo suficiente para que
la cotidianeidad de la diversidad sexual lleve a la aceptación de la misma por
parte de los sectores irracionalmente puritanos de las sociedades.
Y a los homofóbicos les
daría un consejo. No sean tan fanáticos y piensen un poco. Así en esa posición,
están como una tía vieja mía, que decía: “yo no les tengo rabia a los negros,
bastante desgracia tienen ya con serlo como para que uno los maltrate”. ¿No les
gusta? Y bueno, nadie los obliga a practicarla, pero vivan y dejen vivir.