GRAMÁTICA DRAMÁTICA
Siempre tuve debilidad por las letras, nuestra lengua
y todos sus múltiples vericuetos. Mi psicólogo – que soy yo mismo – opina que
eso se debe a una niñez campesina, en la que la única diversión era leer los
libros de la biblioteca de la escuela. De donde pueden deducir que yo vivía en
la escuela. Y que yo de psicólogo tengo tanto como de filatelista.
En mi época existían grupos de fonemas hermanos – todos
eran ónimo de apellido -, que como buenos hermanos se peleaban entre ellos. Así
los antónimos no se podían ni ver, si uno decía blanco el otro en seguida decía
negro. Los sinónimos opinaban igual pero se vestían diferente para
desvincularse unos de los otros. Los homónimos lucían las mismas vestiduras
pero cada uno tenía una opinión completamente distinta. Y con los parónimos
pasaba lo mismo, aunque con el detalle que cada uno se cambiaba apenas una
prenda para marcar la diferencia, como queriendo decir “yo no tengo nada que
ver con ese”.
Hoy en día tengo entendido que los homónimos pasaron a
llamarse homófonos, así que supongo que los parónimos serán parófonos (yo les
diría mejor parecidófonos, pero viste lo que pasa con los carcamales de la
RAE).
Ojo con los parecidófonos, hay que tener mucho cuidado
al pronunciarlos, porque pueden prestarse a terribles confusiones. Fíjense, por
ejemplo, qué horrible sería que alguien quisiera decir: “con mi pareja nos
conocemos hace mucho tiempo, y se ha creado entre nosotros una relación
admirable”. Y en lugar de relación dijera felación admirable, con lo cual
lograría que todos los clubes swingers del mundo se les vinieran al humo.
Bueno, y también estaban – y están aún – los
neologismos, que son términos muchas veces populares y propios de una región, a
los que el uso ha convertido en fonemas incontrovertibles que después de muchos
años – por lo general muchísimos – son aceptados por los carcamales que van
entrando en lugar de los que se murieron resistiendo, e incorporados al
diccionario.
Es así que se me ocurrió – solamente a una mente
genialmente superdotada podría habérsele ocurrido, me siento el Sheldon Cooper
de la lengua española –crear neologismos que a la vez sean parecidófonos, así
como parecidófono es a la vez un neologismo. ¿Entendieron?
¿Nunca les pasó de querer calificar a algo o alguien
con un adjetivo y no encontrar uno que revele lo más saliente de ese algo o
alguien? Por ejemplo, esos tipos indolentes, haraganes, que siempre están
tirando el carro y además cuando hablan son de lo más pegajoso e insoportable?
Puede que además sean o no voluptuosos, pero yo los
calificaría como BOLUNTUOSOS. Como éstos, mirá, son casi prototipos:
También tenemos a los extrabrut, tanto física como
intelectualmente, que por ser más que cuadrados podrían ser llamados HEXABRUTOS
aunque no digan malas palabras, y si las dicen, con más razón.
Hexabruto |
Y así podríamos seguir: cuando un cocinero se va de
licencia, el que lo sustituye será un SUFLENTE, que si sucede que además es
afro-descendiente será un COCINEGRO SUFLENTE.
Una señorita (o señora) dotada de gran destreza
lingual, aun con la boca cerrada – o más bien ocupada -, es una mina FELÓMENA,
macanudaza.
Y no la mastica, ¿eh? |
Lisa Kudrow (Phoebe), es una
de las CHOTAGONISTAS de la serie
“Friends”.
¿Con cuál peinado tengo menos cara de chota? |
Si
uno anda con diarrea, visitar a una amiga es un verdadero COPROMISO, así como
cuando un cajero se manda una cagada al liquidar, lo que emite es un COPROBANTE
de Caja.
En las casas de tolerancia que operan
clandestinamente, una buena contraseña para permitir el acceso debería ser:
“SÉXAMO, ábrete!!”.
El lebrel es un CANZADOR por
excelencia:
¿En qué se parece un pollito a una culebra?
En que la culebra es una serpiente, y el pollito es un
SERPIANTE.
Las vidrieras con contenido dedicado exclusivamente al
sexo femenino deberían llamarse ESPAPARARTES.
Aunque algunas para hombres también…
Y también se podrían solucionar algunos problemas
semánticos. Por ejemplo, la diferencia entre eficiencia y eficacia, cuándo se
debe usar una u otra. Tal cosa ya fue explicada en la séptima entrada del
P.S.I., obra tan importante como inadmisible que se va construyendo en este
blog. Si alguno de ustedes no tiene claro la diferencia, o no la leyó en el
P.S.I., o no se acuerda, bueno, vayan y léanlo – de nuevo si es necesario -, no
se crean que lo voy a explicar otra vez. Aunque, resumiendo, la diferencia es
simplemente una cuestión de medios para lograr un fin. Por lo tanto se me
ocurre que co-denominarlas como EFICACIENCIA, resolvería todas las dudas.
Hablando del P.S.I., esta entrada es como una
hermanita menor. Comparte con él la característica de ser divertida de a poco,
así que hasta acá llegamos, por ahora. Hacemos un STOPARACÁ y en cualquier
momento la seguimos.
Chau.