SEGUNDAS PARTES...

CONSECUENCIAS DE MI VIAJE POR ONIRIA

O

COMO CONSEGUIR UN/A AMANTE PARA TODA LA VIDA

Aunque parezca mentira hubo un ser humano (presumo que los onirólogos deben ser humanos, medio dormidos, pero humanos) que pudo interpretar el rayerío que supongo debe haber resultado de mis conexiones la noche de mi aventura por Oniria.

Pensándolo bien, no uno sino un equipo de tales especímenes se deben haber abocado a la tarea, ya que por mis cuentas había que estudiar los registros de patas, abdomen, tórax, electrocardiograma, electroencefalograma, musculatura facial, ronquidos, saturómetro y no sé si no me olvido de alguna, no creo que el bigote de Clouseau requiriera un registro aparte.

Eso sí, el asunto les llevó unos 35 días. Sería ingenuo pensar que en ese lapso se dedicaron solamente a informar mi estudio, pero da para pensar que apenas les debe haber quedado tiempo para cosas más entretenidas y saludables, como ir a ver a Peñarol, por ejemplo (perdón, Nati), o alguna película, o simplemente echarse un polvo o crema para protección solar y darse un bañito en la playa.

Ahora bien, resulta sumamente aleccionante, disfrutable y por qué no, bravo de digerir, la lectura del informe correspondiente. Dadas las dificultades y la maraña antedichas, uno pensaría que el mamotreto debería ser algo así como el informe Warren, en cantidad de páginas, peso y grosor. Sin embargo, se ve que los muchachos hacen gala de un poder de síntesis admirable y se arreglaron lo más bien con 2 páginas A4 comunes y corrientes. Espero que el único parecido con el informe Warren no sea que también está lleno de mentiras.

Vamos a entrar un poco en los detalles numéricos derivados de las medidas que me tomaron, y no piensen mal de mi, pero no es la primera vez que alguien tiene que tomar medidas conmigo. Según el combo de Oniria el estudio duró 389 minutos, de los cuales dormí apenas 235, o sea un pobrísimo 60 %. Por algo yo temía que me lo mandaran reiterar por muestra insuficiente, pero parece que los muchachos se conforman con poco. Pero lo peor es que en esos raquíticos 235 minutos paré de respirar 157 veces (67 del todo y 90 parcialmente), o sea un promedio de un paro cada 90 segundos.

Pa’ mi que me están jodiendo, ni el PIT-CNT hace paros cada minuto y medio, che. Eso sí, los míos fueron todos sin ocupación, no me iba a quedar a vivir en el cuartito que me dieron para dormir. Prácticamente, no da tiempo para volver a respirar y parar de nuevo. Y no te digo nada si, como también lo especifican Warren y asociados, muchos “despertares” se produjeron a consecuencia de las hipo – apneas, por lo cual deduzco que en un minuto y medio me tenía que volver a dormir (que no era fácil, ya lo sabemos todos) y parar otra vez. Total, siempre que llovía paraba, o bien, como decía mi amigo Joaquín un día que caía agua del cielo incesantemente, siempre que paró llovió.

Y además los susodichos se explayaron en algunas consideraciones risueñas, como por ejemplo: “ausencia de fases profundas de sueño” (chocolate por la noticia!!); “eficacia del sueño muy disminuida por numerosos períodos de vigilia” (esto merece por lo menos una caja de Ferrero-Rocher); “muy frecuentes movimientos de piernas” (!!!, claro, si me olvidé de decirle a la GM1 que yo no me puedo dormir si tengo los pies muy calientes y los muevo de acá para allá a ver si los puedo enfriar!!, y como se comprenderá, a esa altura estaba muy caliente YO, TODO, y los pies acompañaron).

Y bueno, más algún detalle menor, como 169 caídas breves de la saturación de oxígeno, con 11 minutos acumulados de saturación inferior al 90 %. Me imagino el color azulcito precioso que tendría en esos momentos.

Resultado final (redoblar de tambores seguido de agudas trompas):

“SÍNDROME DE APNEAS-HIPOPNEAS DE TIPO OBSTRUCTIVO, DE CARÁCTER SEVERO”

No sé que me han hecho los años, nunca fui un tipo de carácter, ni un tipo obstructivo y menos de carácter severo. Siempre fui un muchacho de barrio, tranquilo, juguetón, dicharachero, en fin, más o menos lo que dice mi perfil del blog.

Pero así eran – son – las cosas. Y entonces había que ver que se hacía con la gallina muerta, o más bien con el gallo en cualquier momento agonizante.

Ahorrando detalles, todo el asunto terminó en que, previa consulta con el Onirólogo Mayor del reino, pasé a adquirir un artilugio que mediante un motorcito eléctrico envía aire a presión regulable a un humidificador térmico del cual sale un tubo largo que se enchufa a una máscara (de las cuales hay como 15 tipos distintos, a cual de ellos más espantosamente incómodo) que el berebere macho debe colocarse en la nariz todas las noches de aquí a la eternidad, cuando ya gestionado y acostado se disponga a dormir.

La escena es diferente; vó Spielberg largá el guión y pasáselo a Martín Scorsese, y que de Niro haga mi personaje: dormitorio de matrimonio, penumbra, de Niro acostado con su esposa de un lado y su amante enchufado en la nariz haciendo ¡psssss! suavecito - el/la amante, no de Niro - cosa de no molestar. La música de fondo podría ser O Fortuna, de Carmina Burana.

Game over. Ahora, buscando lo positivo, por lo menos no ronco y supongo que no paro de respirar, lo que no puedo saber, porque como ahora no ronco, mi mujer duerme y no puede asistir a las hipotéticas hipo-apneas. Eso sí, me sigo despertando varias veces en la noche, y supongo que sigo careciendo de “fases profundas de sueño” porque la sueñera diurna sigue tan campante y todo este tema no ha contribuido precisamente a mejorarme el carácter.

Esto comenzó con el tema de las siglas, ¿se acuerdan? Bueno, el artilugio, aparatito, máquina o lo que sea, se llama C.P.A.P., sigla muy acertada porque según parece quiere decir Continuous Positive Air Pressure (presión de aire positiva continua), pero para mí, que lo tuve que comprar, lo que quiere decir realmente es Compañero, Poniendo Abundante Platita.
Además, en casa ya se usaba el sistema C.P.A.P. años antes de este episodio concreto: Criamos Perros Al Pedo.