¡Ah, nuestro querido idioma español, castellano o como se le quiera llamar!
Tan amado por algunos a los que nos gusta revolverle las entrañas y meternos en
los innumerables vericuetos que presenta, y tan destrozado por más del 90 % de
lo que se ha dado en llamar especie humana en su sector hispano-escribiente,
con sus MSN, watsup, tuiter, instagram y toda la parafernalia tecnológica siglo
XXI.
Ya sé, ustedes están pensando “y ahora, ¿qué bicho lo picó a este?” Bueno,
en realidad es un bicho que me pica permanentemente, pero en esta ocasión lo
hizo a raíz del espíritu navideño – que en aquéllos que, en vez de desear
“Feliz Navidad” como todo el mundo, te salen con un “Merry Christmas”, es en
realidad espíritu nabideño -, que me hizo pensar en lo afortunados que somos
los que hablamos este idioma. Fíjense que los que hablan inglés tienen nada más
que el “Happy New Year” – si ustedes pertenecen al lado nabideño tengan cuidado
como ponen las manos al decir “happy – y los franceses el “Bonneannée” como
salutación de fin de año. En cambio nosotros podemos innovar el clásico “Feliz
Año Nuevo”, con, por ejemplo, “Feliz Año Entrante”, “Feliz Año Sobreviniente”,
“Feliz Año Inminente”, y hasta sustituir los participios activos con algo
parecido: “Feliz Año, pariente”. Y sin embargo, desperdiciamos toda esa riqueza
a veces con un simple “Buen año, che”.
Me imagino los huesos del profe Mattos, que en primer año de Liceo nos
hacía escritos dictando frases para ver si poníamos bien los tildes, las ces y
las eses (sólo me agrada jugar al solo, dictaba poniendo cara de pícaro),
revolviéndose en su tumba al ver las lindezas que escribe la gente en las redes
sociales: “haber cuando nos vemos”; “que paz en lindo la Navidad”; “q lo pases
lindo vos tmb, te kiero”. Y juro que son reales, no inventé nada. Y lo
mismo le debe pasar al profe Bengoa, de segundo, que nos enseñó pacientemente
que los sustantivos verbales terminados en “ción” se escriben con “c”, excepto
los derivados (atención) de los verbos terminados en “der, dir, ter, tir, mir y
cluir”. Excelsa regla, que como toda regla, tiene sus excepciones: atención
(por eso la puse antes), que viene de atender, y asunción, que viene de asumir,
deberían ir con “s”, pero no; pasión y compasión, que vienen de padecer y
compadecer, deberían ir con “c”, pero tampoco.
En fin, nuestro idioma por algo tiene la fama de ser el más difícil de
aprender para los no hispano-parlantes. Como vimos recién, es bastante
caprichoso, se presta a confusiones y tiene cosas reprensibles como por
ejemplo, las palabras redundantes: garrapata, no conozco ningún animal que
tenga las garras en las orejas o en la cola, siempre están en las patas;
ortopedia, ¿de dónde van a salir, si no?;antepasado, y si es pasado no va a ser
de después; hortelano, alcanzaba con poner uno de los dos.
Pero los problemas mayores surgen al hablarlo, más que al escribirlo, por
la innumerable cantidad de ocasiones en que el audio confunde el
significado. Si yo hablo de acechar, se puede pensar de que estoy hablando del
Polenta, que cada 2-3 partidos se hace echar. O si referente a lo mismo digo
que fue una acechanza, un español puede pensar que me refiero a un humorista
coterráneo, que es el que hace chanzas.
Los hacendados son terratenientes que, por estar en posición económica desahogada,
se dedican a fabricar cubitos numerados del 1 al 6 para juegos de azar. El
antimonio es una peluquera partidaria de los cabellos sueltos, y el circonio es
un lord inglés nacido en Galicia. Arrobamiento es una dirección falsa de correo
electrónico, y binocular, en vez de un anteojo, puede ser darse la falopa de a
dos, o chupar tinto hasta por los ojos.
Un gran problema lo constituyen los gentilicios, con el riesgo aún de un
conflicto internacional. Un damasceno en un oriundo de la ciudad de Damasco, y
no un señor que de noche se alimenta con mujeres de alcurnia. Y lo peor es lo
que pasa con el individuo nacido en Bérgamo, que para nosotros es un
bergamasco.
Con los verbos ni te cuento: borbotar no es un turco en período
pre-electoral, así como canalizar no es pasarle la plancha caliente al perro.
Algún distraído puede pensar que comenzar es un hato de revolucionarios
bolcheviques, y decapitar fumarse diez fasos por día. Y denostar, ¿qué es
denostar? No sé, denostar ahí no sé dónde mierda lo habrán puesto.
Fíjense que hace unos días se me creó la duda entre estalactita y
estalagmita, no me acordaba cuál es la que tiene la punta para arriba o para
abajo. Iba para el súper pensando en eso y me encontré con doña Rosa. Le
planteé el problema, y por suerte me lo aclaró. Me dijo: “No, la Mita no está,
está colgando ropa en el techo, pero la Tita sí está, recién levantada, ¿quiere
que se la llame?”
Y ni qué decir de aquellos términos que por su simple enunciación ya crean
problemas, como embolia, metabolismo, sobrecogedor, disputa, guardapolvo,
jipijapa, besamela, impedancia, y no sigo porque hasta yo me estoy poniendo
colorado, Dios libre y guarde.
Y bueno, tá, basta. Les agradezco profundamente el haber (¿a ver?, ¿lo
habré puesto bien?) aguantado hasta acá esta perorata,
signo indudable de vuestra gentileza (individuos que se salvaron del accidente
sin un rasguño) y don de gentes (¿dónde, gentes? ¿Desde cuándo?). Que tengan un
Feliz Año Nuevo Entrante e Inminentemente Sobreviniente, che parientes. Salú.
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