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Divertido, algo culto, familiero, siempre dispuesto a hacer reír a la gente. ¡Ah, y manya a muerte!!!

lunes, enero 14, 2013

SIN OFENDER, EH?


YO, EL EXÉGETA

No, no, señora. A ver, lea bien, está todo junto. No es lo que usted cree. Usted acaso piensa que este semblante subyugador que poseo y estas facciones dignas de Apolo ( o más bien de Aquiles, porque el Apolo me parece que era medio maricón) que adornan mi frontispicio facial son la obra de alguna cirugía que me hubiere practicado, y por eso ahora me dicen el ex-jeta.
Pero nada que ver. Me quedé pensando, con respecto a las cirugías cosméticas. Se debe decir realizarse, hacerse, practicarse,  o someterse a? Y los brujos o hechiceros de mi tribu, ¿las hacen, las realizan, las practican o las perpetran? Creo que la opción debe ser variable según los casos, los cosos que la hacen, y los resultados, porque suelen verse casos en que las cosas parece que los cosos las perpetraron. O las practicaron pero sin haber practicado lo suficiente. 
¿Realmente pagaste por eso?
Pero no era de eso que yo quería hablar, fue una digresión que me surgió en el momento y quise compartirla con ustedes. Si alguien desea comentar algo al respecto, déle nomás, yo estoy todos los días en casa.
Yo quería referirme a mi como exégeta. Por si no lo tienen claro – yo tampoco lo tenía, así que me fui hasta el DRAE -, exégesis quiere decir explicación o interpretación. De lo que sea, así nomás, por encima de la ropa. Creo que a los muchachos de la RAE les faltó agregar “… de algo que no está muy claro”, o algo por el estilo, porque así a secas, da lugar para que alguien diga por ejemplo, que la mejor exégesis del Concierto Nº 1 de Brahms para piano y orquesta es la de Bruno Gelber. O bien: a ver, dígame su exégesis de por qué su hijo me rompió el parabrisas del auto de una pedrada. 
Yo que sé.
De cualquier manera me felicito por haber elegido bien el título de esta charla, ya que esto va a versar sobre interpretaciones o explicaciones acerca de ciertos pasajes de ese famoso best-seller de todos los tiempos. Ese mismo, sí, adivinaron: la Biblia. Que no me van a negar que tiene muchos que no son nada claros, por no decir creíbles. Y muchos otros que brillan por su ausencia porque no convenía mucho ponerlos.
Por ejemplo, a ver. La última cena. Cuando Jesús, luego de la cuchipanda anuncia a sus apóstoles que uno de ellos lo traicionará y lo venderá por treinta denarios. Si se fijan bien en la foto que les sacó Leonardo, van a ver al morocho que está en la punta derecha de la mesa – una especie de Negro Cubillas de la delantera apostólica – que le habla al oído al entreala derecho. Y lo que no acota la Biblia es que Judas Cubillas le decía al otro: “no le den bola que está en pedo…”

... y además se trajo una mina!!

Y después tenemos el Via Crucis. La Biblia no expresa  en ninguna parte que cuando Jesús vuelve resucitado al Cielo y cuenta lo de los 40 latigazos, la corona de espinas, el Dakar – Gólgota que le hicieron correr cargando la cruz, y la crucifixión, termina con el comentario natural de “ se imaginan la Semana de Turismo de mierda que pasé!!! ”
Los milagros, ¡ah, los milagros!. Cuando después de decirle por séptimo año consecutivo a la viejita “Véte, hija, estás curada!”, en la Biblia no consta que consulta con Pedro y le dice: “Che, Pedro, para mí que esta vieja tiene cáncer!!”.
¿Vos qué opinás?

Y hay episodios que no se han investigado a fondo, probablemente por su carácter algo sicalíptico (el DRAE a la orden). Por ejemplo, recientes revisiones han ampliado el célebre affaire entre Adán, Eva y la manzana, lo que ha permitido no sólo ampliar el conocimiento de lo sucedido sino también arrojar luz sobre algunos misterios que perduran hasta nuestros días.
Parece que después de ingerir la manzana, como Eva tenía el lóbulo límbico más desarrollado que Adán  - como sucede hasta hoy en ambos sexos – el efecto del fruto fue mucho más precoz en ella. Por lo tanto, mientras el tipo seguía admirando las flores, pajaritos y la frondosa vegetación que nuestro Señor con afán puso en la sacra mansión, ella se desesperaba por un encontronazo profundo del tercer tipo, o más bien del primero que se le apareciera. 
Fue así que se puso a coquetear con un dinosaurio que pastaba a unos 20 m de altura, por lo cual ni se enteró del furor de Eva, la que transformó su furor sexual en intelectual, cogió una enorme piedra - ¡qué otra cosa podía hacer, la pobre! – y se la reventó en un ojo.
Un mono que observaba la escena estalló en carcajadas, lo que incentivó el furor de Eva. Lo corrió y estuvo a punto de agarrarlo, pero el mono aceleró y dejó a Eva con un pedazo de piel de simio en la mano.
Con esa mezcla de calenturas bullendo en su sangre, Eva prosiguió su camino hasta dar con una fresca y cristalina corriente de agua que descendía por un lecho rocoso cubierto de musgo, que incitaba a reclinarse sobre él. No pudo resistirse, y pensando además que el agua fresca mitigaría su estado, Eva se acostó cuan larga era en esa piscina natural. Héte aquí que un salmoncito remontaba la corriente, ya en ese entonces les gustaba a los salmones complicarse la vida nadando contra corriente. Fue así que se fue introduciendo entre las piernas de Eva, totalmente relajada, hasta llegar a un lugar en que no pudo ascender más, pese a intentarlo reiteradas veces. Esto colaboró con el agua fresca para disipar todas las fiebres de la primera dama, nunca mejor aplicado el término.
Las conclusiones a que se ha llegado luego de esta investigación, es que ahora sabemos cómo desaparecieron los dinosaurios y por qué los monos tienen el culo despellejado y colorado.
Lo que nunca se podrá saber, es qué olor tenían los pescados antes de este episodio.

¿No había otra más madurita?