LA CONSUMICIÓN DEL INDEFENSO
Estoy completamente seguro que mis 4 (cuatro) seguidores del blog - sí, esos que están ahí a la derecha - lo conocen perfectamente, pero por las dudas de que en un futuro improbable alguien que no sepa de qué estoy hablando caiga entre estos renglones, les cuento que el Sr. Franz Kafka fue un escritor checoeslovaco (discutible, porque nació en Praga pero cuando todavía pertenecía al Imperio Austro-húngaro) de fines del siglo csícs y principios del c´s c´s (¿por qué carámbano los siglos van con números romanos impronunciables?), que escribió poco pero lindo. Lindo según los entendidos, yo no opino porque nunca me gustó porque nunca leí nada de lo poco que escribió, ni siquiera La Metamorfosis, que parece que fue su obra cumbre. He sentido también que sus escritos están impregnados por dos características universales: la desesperación y el absurdo, cosa que como comprenderán hace que a uno no le vengan muchas ganas de leerlo. Por esa relación muy distante entre quien les escribe y el Sr. Kafka nunca me imaginé que el que les escribe viviría una situación propia de un personaje kafkiano.
O sea, estoy sumergido en la desesperación por el absurdo de las circunstancias que me han tocado vivir en los últimos tiempos.
Paso a relatarles. Mi señora esposa, que Dios la tenga en la gloria - está viva todavía, pero más vale empezar a valorarla desde ahora, ¿no creen? - posee para su usufructo y para mi recelo una tarjeta Visa del Banco Comercial. Vayan anotando, porque les voy a ir mencionando sin disimular nombres una serie de importantes instituciones de connotada jerarquía en el rubro que cada una se desempeña, no vamos a referirnos al boliche del Tito ni a la empresa de limpieza "La Voladora de Mugre".
En los primeros días del mes de Agosto próximo pasado recibimos una llamada telefónica de una empresa de Seguros llamada MetLife, ofreciendo a mi citada cónyuge un seguro de vida a financiar a través de la también citada tarjeta de crédito. Cuando hubo cesado la parafernalia de las increíbles y enormes ventajas del ofrecimiento, mi señora logró introducir una frase poniendo en conocimiento al ofertante de sus antecedentes patológicos nada despreciables, cosa que provocó del otro lado del teléfono un espectacular ruido a frenos y a caja de cambios sufriendo por la introducción de la marcha atrás antes de parar del todo. El ofertante orientó su vehículo en otra dirección, inquiriendo si no existía un familiar directo del titular de la tarjeta, más impoluto, a quién tentar con el ofrecimiento.
Y le pasamos el teléfono a Sofía. Y Sofía se tentó. No de risa, sino del ofrecimiento. Y les dijo que en principio le parecía bien, que lo iba a plantear en el seno familiar para llegar a una decisión definitiva.
El tratamiento del tema se definió en opinión mayoritaria por la negativa. La aceptación del seguro implicaba pagar $ 211 por mes durante toda una vida (la Sofi tiene 20 añitos), y apostar siempre a lo positivo, o sea no pensar que iba a quedar baldada o muerta por un accidente de tránsito. En tal sentido, llamamos a la empresa MetLife (24033938) manifestando que no aceptábamos el seguro. Luego de algunos vanos esfuerzos de su parte para que reconsideráramos la decisión, nos indicaron que Sofía debía enviarles por fax una nota de renuncia, con su firma y fotocopia de cédula de identidad, cosa que hizo el día 9 de Agosto próximo pasado.
Bueno, y ahora empieza la parte del Sr. Kafka. En el amanecer del mes de Septiembre (disculpen, pero me sigue gustando más con p), cuando ya los cerezos en flor nos comunicaban que estaba llegando la gorda, y mi nariz ya empezaba a causarme problemas por la maldita polinización, nos llega el resumen de cuenta de la Visa del Banco Comercial - no está demás recordarlo - en la que graciosamente figuraban en el quinto renglón de cuentas a pagar los $U 211 (docientos once pesos uruguayos) de la primera cuota de MetLife.
Yo sé que hay gente que no se fija en esos detalles, pero como buen obsesivo que soy me di cuenta en seguida que MetLife nos estaba currando, habían adjudicado un seguro mediante una simple charla telefónica, sin nada firmado, sin entregar póliza, o sea, sin nada de nada de nada. Y además, habiendo mediado un rechazo telefónico y una nota siguiendo sus propias instrucciones.
Por lo tanto, concurrí al Banco Comercial portando la nota de renuncia, el comprobante de cuándo había sido enviado el fax y el resumen de cuenta. Allí hicieron reenvío de la nota a la casa central del Banco, con aclaración de dar de baja de la tarjeta el cobro de las cuotas del seguro. Así, me aseguraron, se termina el problema y haremos las gestiones correspondientes para que se le reintegren los dineros indebidamente cobrados.
El Sr. Kafka se afirma en la pluma y la trama se pone linda, después de todo era entretenido el checo-austro-húngaro. Todo transcurría plácidamente - excepto mi naricita, que cada vez estornudaba más la hija de siete mil - hasta que llega Octubre y con él, adivinen qué? ¡Coorrectoooo!!! El resumen de la Visa con los 211 de MetLife esta vez en el séptimo renglón por culpa mía, porque con la calentura del mes anterior me pasé 1 (un) día de la fecha de vencimiento y me fajaron 113 pés de multa por mora más 25 pés más de IVA sobre la multa por mora!!! Sin agregar que te enchufan 176 mangos de costo mensual de la tarjeta y 34 por mandarte el papelucho por correo. Digo yo, ¿no habría que empezar a preguntarse quién le adjudicó la connotada jerarquía que mencionábamos al principio?
Como la vez anterior me habían aconsejado en el Banco Comercial que, en el hipotetiquísimo caso de que el hecho se repitiera, concurriéramos nuevamente con la documentación correspondiente, así lo hicimos con la idea de ahora sí solucionar el problema y para que además el Banco notara que las cosas no son tan hipotéticas como ellos creen. O si no confundieron hipótesis con hipoteca, capaz.
Bueno, el Franz se puso cachondo y la respuesta del funcionario bancario, el mismo de la vez anterior, fue que ya ellos no podían hacer más nada, e incluso tenían orden de la casa central de no recibir más ese tipo de denuncias. Exactamente eso que están pensando ustedes fue lo que pensé yo: ¿y ahora?
Se me ocurrió el Chapulín Colorado, pero en seguida recordé que Gómez Bolaños se murió, o se casó con Doña Florinda, que debe ser más o menos lo mismo, pobre. Y de pronto, ese relámpago de iluminación que uno tiene a veces, muy pocas en realidad: ¡pero claro!!, ¡la Oficina de Defensa al Consumidor!! ¡Cómo no lo pensé antes, qué borrico!!! Ya está, solucionado el problema. ¿Dónde habrá acá una filial de dicho inapreciable recurso de amparo? Como estaba cerca me fui hasta el Juzgado de Primer Turno, donde una funcionaria - a la que tuve que llamar después de 15 minutos de esperar que finalizara la charla en que estaba enfrascada con otra funcionaria, luego de lo cual me miró y ya se iba para otro lado - me dijo que ellos N I (ni idea), pero que por qué no probaba en el Centro Comercial. Cosa que no me gustó mucho, porque tenía que caminar como 4 cuadras, pero no dejé de reconocer que la mina tenía razón.
Y allí me atendieron muy bien, rápidamente, y salí exultante de alegría portando un papelito con los teléfonos de la Oficina de Defensa al Consumidor (en adelante ODeCo, no confundir con OsDeJo): 08007005, y por las dudas el fijo 29006882. Y sí, lo máximo que pude conseguir fueron los teléfonos, ya que no existen en Florida, y se me hace que en todo el interior, filiales de la ODeCo.
Bueno, y ahora asistiremos al apogeo de don Kafka, más o menos resumido.
Intenté comunicarme con la ODeCo por el 08007005. Luego de 17 minutos escuchando la contestadora, cuando los 8 primeros compases de Eine kleine Nachmusik de Mozart me tenían las bolas tumefactas, resolví llamar al teléfono fijo, que supuestamente era el 29006882, pero Marcela, siempre tan servicial, me comunicó que el Nº había sido modificado y que recurriera a Informes de Guía. 122 - sí, ya sé que me pueden monitorear - el número que Ud. solicita es el 29020319. Llamo, me atiende alguien en el Ministerio de Finanzas, no, acá no es, es el 29007195. Llamo, no sé quién me atendió, bueno sí, somos parte, pero acá no es, tiene que usar el 0800. Le explico lo de las bolas hinchadas. Bueno, a ver, déjeme ver... sí, le doy el 29026829 que es secretaría, allí le van a solucionar. Llamo, suena libre durante los minutos necesarios para que empiece a dar ocupado y nadie lo atiende. Todo esto entre las 16 y 17 hs., en perfecto horario de oficina.
A todo esto, mi amigo Pablo, que es de ley y tiene buenos contactos, se comunicó con un compinche de correrías infantiles aviesas, que en la actualidad tiene un cargo importante en el Comercial, para ver qué se podía hacer. A lo cual su amigo le mailió el nombre de un contador que sería el encargado del Banco Comercial en solucionar los chanchullos de las tarjetas, o algo así.
Bueno, acabo de intentar por segundo día consecutivo por un lapso de dos horas y pico, en perfecto horario de oficina, de comunicarme con el contador Laráiraraira, con el mismo resultado que con la ODeCo. Las/os telefonistas incluso me proporcionaron el número de interno del contador, me comunican y el teléfono suena libre durante eones, y nadie lo atiende.
El pánico que tengo ahora es que nadie atienda tampoco el teléfono de asistencia al suicida.
Como la vez anterior me habían aconsejado en el Banco Comercial que, en el hipotetiquísimo caso de que el hecho se repitiera, concurriéramos nuevamente con la documentación correspondiente, así lo hicimos con la idea de ahora sí solucionar el problema y para que además el Banco notara que las cosas no son tan hipotéticas como ellos creen. O si no confundieron hipótesis con hipoteca, capaz.
Bueno, el Franz se puso cachondo y la respuesta del funcionario bancario, el mismo de la vez anterior, fue que ya ellos no podían hacer más nada, e incluso tenían orden de la casa central de no recibir más ese tipo de denuncias. Exactamente eso que están pensando ustedes fue lo que pensé yo: ¿y ahora?
Y allí me atendieron muy bien, rápidamente, y salí exultante de alegría portando un papelito con los teléfonos de la Oficina de Defensa al Consumidor (en adelante ODeCo, no confundir con OsDeJo): 08007005, y por las dudas el fijo 29006882. Y sí, lo máximo que pude conseguir fueron los teléfonos, ya que no existen en Florida, y se me hace que en todo el interior, filiales de la ODeCo.
Bueno, y ahora asistiremos al apogeo de don Kafka, más o menos resumido.
Intenté comunicarme con la ODeCo por el 08007005. Luego de 17 minutos escuchando la contestadora, cuando los 8 primeros compases de Eine kleine Nachmusik de Mozart me tenían las bolas tumefactas, resolví llamar al teléfono fijo, que supuestamente era el 29006882, pero Marcela, siempre tan servicial, me comunicó que el Nº había sido modificado y que recurriera a Informes de Guía. 122 - sí, ya sé que me pueden monitorear - el número que Ud. solicita es el 29020319. Llamo, me atiende alguien en el Ministerio de Finanzas, no, acá no es, es el 29007195. Llamo, no sé quién me atendió, bueno sí, somos parte, pero acá no es, tiene que usar el 0800. Le explico lo de las bolas hinchadas. Bueno, a ver, déjeme ver... sí, le doy el 29026829 que es secretaría, allí le van a solucionar. Llamo, suena libre durante los minutos necesarios para que empiece a dar ocupado y nadie lo atiende. Todo esto entre las 16 y 17 hs., en perfecto horario de oficina.
A todo esto, mi amigo Pablo, que es de ley y tiene buenos contactos, se comunicó con un compinche de correrías infantiles aviesas, que en la actualidad tiene un cargo importante en el Comercial, para ver qué se podía hacer. A lo cual su amigo le mailió el nombre de un contador que sería el encargado del Banco Comercial en solucionar los chanchullos de las tarjetas, o algo así.
Bueno, acabo de intentar por segundo día consecutivo por un lapso de dos horas y pico, en perfecto horario de oficina, de comunicarme con el contador Laráiraraira, con el mismo resultado que con la ODeCo. Las/os telefonistas incluso me proporcionaron el número de interno del contador, me comunican y el teléfono suena libre durante eones, y nadie lo atiende.
El pánico que tengo ahora es que nadie atienda tampoco el teléfono de asistencia al suicida.
¿A alguien se le ocurre qué otra cosa se puede hacer? Pero apúrense, ¿eh?